A continuación os dejamos otro texto
de Carlos Embid, uno de los participantes en el campamento de trabajo Proyecto
Pushkin. Éste relato es el tercero de cuatro narraciones que cuentan las experiencias
vividas por varios jóvenes que este verano viajaron a Rusia a colaborar con “nuestro
proyecto. Aquí podéis encontrar la primera y segunda parte.
Y ahora, ¡a leer!
Hasta las 11, que tenemos misa en
ruso, hoy hemos cumplido el horario de desayuno con tranquilidad. Ahora los
chicos se han vuelto a subir a las habitaciones y, en principio, están duchándose
y ordenando.
Hoy descansamos porque al día de
ayer le "sacamos chispas". Por la mañana continuamos con nuestros
trabajos en la cripta. Desde que llegamos es increíble la de paredes que hemos
tirado, y cuántos ladrillos y escombros hemos retirado (3 camiones hemos
llenado ya, y los que están por venir).
Después de trabajar, y tras una
meditación, nos fuimos con la gente de Retamar Madrid a su barrio, donde viven
34 personas en un piso de 100 m2, con dos baños. Las casas son increíblemente
viejas, aunque el piso de esta gente estaba reformado. Se organizan muy bien,
si no sería imposible... Todos los días tienen media hora de bus hasta la
parroquia, y los desayunos y cenas se los tienen que hacer ellos.
Debajo de casa tienen una pista de
fútbol de hierba donde montamos un campeonato de fútbol. Tres equipos de
retamar, uno de Pamplona, y otro de rusos que se animaron. La final fue entre
Pamplona y Rusia, donde con un marcador en contra de 2 a 4, terminamos por
ganar 5 a 4. Los rusos, que eran mucho más corpulentos que nosotros resultaron
muy majos. Hemos vuelto a quedar el próximo lunes con ellos.
Cenamos en el mismo campo, en
nuestro hotel nos hablan preparado cena "para llevar" compuesta de
filetes rusos, como no podía ser de otra forma.
La vuelta a Pushkin fue una
odisea. Los autobuses de línea que nos habían indicado no llegaban y la gente, fatigada,
se desanimaba. Entenderse en ruso es complicado, pero con google maps
conseguimos localizar rutas de buses alternativas y llegamos a Pushkin.
Al llegar al hotel nos encontramos
con unos recien casados, con quienes estuvimos conversando. El poco ingles que
sabemos o que saben, es mucho ingles para poder comunicarse, lo cual se
agradece.
Todos, tras un bonito paseo
nocturno (con luz diurna), y agotados por el largo día de ayer, nos hemos dado
un merecido descanso.
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