Ayer, día del Señor, tocaba fiesta también en el campo de trabajo. ¡Va a parecer que venimos de vacaciones en lugar que de trabajo!
Por la mañana, tras la misa por la festividad de la virgen del Carmen, hubo imposición y bendición de escapularios. Una colaboradora rusa nos explico cómo ir a Peterhoff, así que nos lanzamos. El viaje largo (dos trayectos en metro y otros dos en bus, de los largos), pero llegamos bien. Por supuesto, había que parar en mc donalds de nuevo (en cuanto llegue a Pamplona, lo primero una ensaladita mixta). Vimos impresionantes mansiones rodeadas de multitud de fuentes más grandes que mi casa...¡Increíble! Muchas fotos, risas, tonterías... Y de vuelta, todo con normalidad, como si fuésemos de aquí.
El transporte urbano funciona de maravilla. Para llegar al mismo sitio puedes utilizar metros, autobuses, furgonetas, tranvías, taxis... Y la frecuencia es asombrosa: cada dos minutos vuelve a pasar el metro por una parada, y cada 3-4 el bus... Lo malo la cartelería, que casi siempre viene en ruso, así que hay que tirar de internet.
Curioso, pero todos los rusos se quedan mirando alucinados a nuestro amigo Álvaro Mbongo, como si no hubiesen visto a un negrito nunca. Un padre e hijo le pidieron hacerse una foto con él, y desde entonces le hemos apodado "tigre", de Tiger Woods.
Reventados, fuimos a cenar un kebap en una hamburguesería cercana al hotel (me reafirmo en que al llegar a pamplona tomare bien de ensaladas...) Y a dormir, ¡que se nos hizo tarde!
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